domingo, 22 de enero de 2017

La privatización de la educación vial y el carnet ciclista

Cualquier persona mínimamente sensata puede darse cuenta de que la reciente propuesta del RACE de instaurar el "carnet ciclista por puntos" es un propuesta demencial que carece de parangón en el mundo civilizado y que, en estos momentos, carece de sentido y va a contracorriente de las políticas dominantes en el resto del Mundo.

Sin embargo, históricamente, se ha demostrado que no hay peor error que menospreciar determinadas propuestas simplemente porque nos parecen descabelladas, sin analizar el trasfondo social y argumental que las respalda. La propuesta del "carnet ciclista", no es la primera vez que se realiza en España. Ha llegado a realizarse desde las mas altas instancias de la Dirección General de Tráfico, a través de un "globo sonda" luego desmentido, pero que tuvo una gran repercusión en los medios de comunicación. Junto a este "carnet ciclista" el globo sonda de la DGT proponía la realización de "cursos de capacitación ciclista" como paso previo a la obtención de dicho carnet.  No son los dos casos citados los únicos en los que se ha hecho esta propuesta, basta con consultar las hemerotecas para convencerse de ello. Estamos pues ante una propuesta recurrente, no ante una ocurrencia aislada del RACE. Por otro lado, basta con leerse las opiniones vertidas en la mayoría de los medios de comunicación de masas por muchos opinadores e incluso lectores, para darse cuenta de que la propuesta del "carnet ciclista" no carece de respaldo popular en nuestro país, mas bien todo lo contrario.

¿Por qué ocurre esto? En  mi opinión sería un error recurrir a explicaciones simplistas, como una conspiración del lobby del automóvil o la recurrente "bicifobia" de determinados sectores de la sociedad española. El éxito mediático y social de este tipo de propuestas generalmente descansa en problemas no resueltos, o resueltos de mala manera, que afloran de un modo perverso mediante este tipo de propuestas descabelladas. Y entonces, pero solo entonces, es cuando hacen su aparición los lobbys y la bicifobia, para aprovecharse de esta situación.

En el caso que analizamos, el problema no resuelto sobre el que descansa la propuesta del carnet de conducir para ciclistas es la ausencia de cualquier formación reglada en educación vial en  nuestro país para los no conductores de vehículos a motor. Vivimos en un país en el que la educación vial solo se imparte de un modo sistemático (campañas puntuales en los medios de comunicación aparte) en las autoescuelas y como paso previo a la obtención del "carnet de condicir" para los futuros conductores de vehículos a motor. En estas circunstancias, es natural que, ante la presencia de cada vez mas bicicletas en las calles, el argumento de que la bicicleta es un vehículo cuyos conductores podrían, en principio al menos, carecer de la necesaria educación vial, hace que parezca natural arbitrar un mecanismo por el estos conductores se vean obligados a poseer los necesarios conocimientos de seguridad vial. En una sociedad que está acostumbrada a que estos conocimientos se impartan en auto-escuelas, como paso previo a la consecución del "carnet de conducir", trasladar este mecanismo a los ciclistas parece la conclusión mas obvia.

Sin embargo, esta conclusión ni es obvia ni es la mejor. Es solo consecuencia de la privatización abusiva de la educación vial reglada, que en nuestro país es prerrogativa casi exclusiva de las auto-escuelas. En otros países, como Alemania, Holanda o Dinamarca, se incluyen los contenidos básicos de educación vial entre las materias que se imparten en la enseñanza reglada obligatoria (primaria y secundaria). En Holanda y Dinamarca, además, la bicicleta es el modo de transporte obvio para desplazarse a la escuela, siendo su uso potenciado por las propias autoridades, por lo que los conocimientos acerca del código de circulación que se imparten en clase son aplicados de modo inmediato en la vida cotidiana de la mayoría de los alumnos. Asimismo, se imparten contenidos relacionados con la movilidad sostenible, que educan a los niños y las niñas en el conocimiento y las ventajas para el medio ambiente y la salud de la movilidad activa.

Es evidente que, en dichas circunstancias, la propuesta de instaurar el "carnet de conducir" para los ciclistas carece totalmente de sentido, pues todos los ciudadanos poseen ya los conocimientos básicos de educación vial que se requieren para circular por la vía pública, que les son impartidos en la escuela como parte de su formación básica. El certificado de haber recibido la educación primaria obligatoria es ya el "carnet de conducir" para ciclistas y no hace falta otro. Dicho sea de paso, también sería el "carnet de conducir" para peatones, en el supuesto de que alguien estuviese tentado de instaurar tal barbaridad. La obligación de obtener un "carnet de conducir" específico queda solo para los conductores de vehículos a motor, en virtud de las complejidades y peligros específicos que implica la conducción de tales vehículos.

Así pues, el antídoto contra el carnet de conducir obligatorio para los ciclistas (y eventualmente para los peatones) no es otro que acabar con la privatización de la enseñanza reglada de la educación vial a beneficio de las auto-escuelas, incluyendo los conocimientos básicos de educación vial como contenidos troncales de la enseñanza pública obligatoria. Obviamente, esta propuesta debería incluir también la inclusión de contenidos básicos de movilidad sostenible, que inculcaran a los niños y niñas las ventajas de la movilidad activa (a pié y en bicicleta) para el medio ambiente y la salud. En el marco de esta propuesta, la bicicleta ocuparía un lugar privilegiado, como vehículo especialmente apropiado para inculcar a los niños y niñas estos contenidos.


1 comentario:

  1. Muy bien Ricardo. Me han gustado mucho tus razonamientos, tanto por obvios como por bien hilvanados.
    Este sistema nuestro de "aprendizaje vial" es más que decadente y privatizado que sería muy interesante y necesario incluirlo en la educación reglada. Recuerdo que las salidas a los parques infantiles de tráfico desde las escuelas de mis hijos eran, sobre todo, una actividad extraescolar más, sin objetivo alguno salvo el ocio.

    Saludos

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