viernes, 23 de diciembre de 2016

¿Podemos aspirar a ser "Capital Verde" y seguir calentando los veladores con petróleo?

Con la llegada del invierno vemos florecer en las terrazas de los bares de las ciudades españolas las estufas para calentar las mesas en la calle (veladores, decimos en Sevilla), una actividad que se ha incrementado a partir de la ley que prohíbe fumar en espacios cerrados, lo que ha incrementado a su vez la demanda de espacios de restauración exteriores pero al mismo tiempo ...  calentitos.


Las estufas pueden ser tanto de gas, como las de la foto superior, como eléctricas como las de la foto inferior. Se ubican masivamente incluso en ausencia de clientes, como puede verse en la foto superior y nadie parece preguntarse por su eficiencia para conseguir su objetivo.


Tanto en caso como en el otro estamos hablando de miles de watios por cada estufa individual, energía que se pierde en su mayor parte en calentar el aire a su alrededor que, como es lógico, asciende por su menor densidad sin calentar a los clientes del establecimiento. Solo una pequeña parte de la energía consumida por estas estufas se emplea en calentar a los ocupantes de los veladores (cuando existen) por radiación directa. 

Resulta irónico que en una sociedad crecientemente preocupada por el ahorro de energía y por la lucha contra el cambio climático, este despilfarro de energía pase desapercibido tanto para la legislación energética en general como para las ordenanzas municipales en particular. 

A los consumidores se nos instruye continuamente para que compremos electrodomésticos eficientes, mediante el etiquetado obligatorio de éstos. A los propietarios de viviendas se les exige contar con un certificado acerca de la eficiencia energética de su vivienda para cualquier transacción y a los constructores se les estimula para instalar muros y ventanas con un alto grado de aislamiento energético del exterior en las viviendas de nueva construcción, que a la vez deben ir equipadas con sistemas renovables de producción de agua caliente y, en algunos casos, electricidad. 

¿Como es posible que, al mismo tiempo que a los vecinos se nos pide todo eso en nuestras viviendas, a los propietarios de los bares se les permita instalar aparatos de calefacción en lugares exteriores, cuyo nivel de aislamiento térmico es nulo? 

Bueno, en realidad las estufas exteriores de los bares se benefician de un "limbo legal" producto de la indefinición (¿calculada?) del vigente Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE), que sobre este tema dice textualmente:  “IT 1.2.4.6.4. Climatización de espacios abiertos: La climatización de espacios abiertos sólo podrá realizarse mediante la utilización de energías renovables o residuales. No podrá utilizarse energía convencional para la generación de calor y frío destinado a la climatización de estos espacios.”

Según esto, la instalación de estufas exteriores alimentadas por gas o electricidad sería ilegal ... si no fuera porque el RITE solo se aplica a las "instalaciones fijas de climatización" (Art.2, Ámbito de Aplicación). Así que basta con que las estufas no sean "instalaciones fijas" para que sean legales. Y esto será así con independencia de que por su número y régimen de funcionamiento consuman, en la mayoría de los casos, mas energía convencional que las propias instalaciones fijas de climatización de los establecimientos. 

Estamos pues ante un auténtico despropósito que se beneficia de un resquicio legal para ir contra el espíritu de una norma cuya intencionalidad está meridianamente clara. Porque no estamos hablando de un particular que ocasionalmente utiliza una estufa de butano para calentar una reunión en su terraza, sino de negocios que de forma sistemática utilizan energías no renovables para climatizar espacios exteriores, obteniendo un beneficio económico por ello, al que otros empresarios con mayor conciencia ecológica han de renunciar. 

¿Hasta cuando persistirá en España (y en otros países) este resquicio legal, contradictorio con el resto de la normativa de ahorro energético y con el sentido común? 

Algunas ciudades, como París, han decidido ya prohibir por su cuenta las estufas en las terrazas de los bares, sin esperar a que la normativa estatal cambie. Sevilla aspira a ser "Capital Verde" europea en el año 2019. ¿Seguirá el ejemplo de París y prohibirá también este despilfarro energético en su término municipal? O, por el contrario, prevalecerán como de costumbre los intereses económicos de la potente industria hostelera de la ciudad. Y esta reflexión vale para casi cualquier otra ciudad.

Una última reflexión, aunque solo sea para justificar una entrada como esta en un blog de movilidad sostenible: En realidad hacemos cosas aún mas absurdas que calentar los veladores con petróleo, como movernos a base de petróleo por una ciudad tan llana y con un clima tan favorable para andar a pié o en bicicleta.



viernes, 2 de diciembre de 2016

El informe Pasanen

(Versión inglesa aquí

Todo aquel que tenga un amigo partidario de la teoría del "ciclismo vehicular" conoce el Informe Pasanen, ya sea por su nombre "The risks of cycling", ya sea como "el informe que demuestra que las vías ciclistas son mas peligrosas que la calzada". El Informe Pasanen fue elaborado en 2001 por Eero Pasanen, ingeniero del departamento de transporte de Helsinki y escritor de novela negra. Su principal tesis es que "es mas seguro (para los ciclistas) circular por la calzada, entre los coches, que por nuestras (se refiere a Helsinki) vías ciclistas bidireccionales". Tras lamentarse de que la red de vías ciclistas bidireccionales de Helsinki no puede ser rehecha, añade "... Pero en los países y ciudades que están empezando a construir infraestructuras ciclistas, las vías ciclistas bidireccionales deberían ser evitadas"

No es de extrañar que los partidarios del ciclismo vehicular, la teoría que establece que, con carácter general, las vías ciclistas son mas peligrosas que la calzada ordinaria y que, por tanto, deben ser desechadas, hayan hecho del Informe Pasanen uno de sus textos de referencia.

Pero ¿Resiste el mencionado informe un análisis crítico? El grueso de su argumentación se resume en la figura adjunta, en la que se comparan los accidentes ciclistas ocurridos en diversos escenarios:



La figura compara la longitud total de los recorridos ciclistas sobre diferentes viarios (en azul) con el número de accidentes registrados en dichos viarios (en amarillo), todo ello en porcentajes. Aparentemente, la imagen demuestra que el porcentaje de accidentes ciclistas en las vías ciclistas a lo largo de las calles de Helsinki es superior a su participación en el total de los recorridos ciclistas. De donde Pasanen deduce que es mas probable sufrir un accidente cuando se circula por una vía ciclista que cuando se circula por la calzada ordinaria.

Una primera crítica metodológica al Informe Pasanen y a sus conclusiones es que se trata de lo que en ciencias sociales se denomina un "estudio transversal", es decir un estudio que compara sucesos en un mismo instante de tiempo, lo que no es lo mas apropiado para este análisis. En efecto, cabe suponer que las vías ciclistas se hicieron en las avenidas mas peligrosas, con el objeto de aminorar su peligrosidad para los ciclistas. De modo que no sabemos si la supuesta mayor peligrosidad de las vías ciclistas se debe, simplemente, a la mayor peligrosidad de la propia vía. Hubiera sido mucho mejor hacer un "estudio longitudinal", comparando la accidentalidad en una determinada vía antes y después de construir la vía ciclista. De ese modo se sabría con certeza su efecto en la accidentalidad ciclista con independencia de factores incontrolables, como la peligrosidad de la propia calle (debida, por ejemplo, a una mayor o menor densidad del tráfico).

Pero la crítica principal se refiere a la propia clasificación del viario y, en concreto, a la distinción entre vías ciclistas "separadas" y "no separadas". Si consideramos todas las vías ciclistas conjuntamente, veremos que la longitud total de los recorridos ciclistas sobre éstas es del 45+26=71%, mientras que el número total de accidentes es del 56+8=64% y la comparación resulta favorable. Las vías ciclistas "separadas" suponen el 26% de los desplazamientos y sobre ellas solo se producen el 8% de los accidentes, así que "rehacer" la red ciclista de Helsinki, mejorando su seguridad, no parece tan difícil como Pasanen dice al principio de su informe: bastaría con separar las vías ciclistas de la calzada mediante algún elemento físico, como bolardos o  bordillos.

Eero Pasanen parace además preocupado en su informe por la competencia que la bicicleta hace al transporte público, una competencia que en Helsinki es además estacional (hay muchos mas ciclistas en verano que en invierno). Es un problema específico de ciudades con un clima extremo, como la propia Helsinki. Pero nada tiene que ver con la tesis de la peligrosidad de las vías ciclistas relativa a la calzada, que Pasanen esgrime como el núcleo de su argumentación.

El Informe Pasanen data de 2001 y no parece haber tenido demasiada influencia en la política de movilidad de la ciudad. Helsinki se prepara para organizar el Congreso Velocity en 2019 y planea llegar al 17% de movilidad ciclista para 2025.